Libre
El mundo ataca nuestro ego constantemente, por eso nuestra guerra en el aquí no termina. Tenemos una vida, pero en realidad estamos muertos, muertos espiritualmente; no reaccionamos, estamos en neutro, es como si viviéramos con un disfraz el cual usamos para que nadie note nuestro verdadero yo, igual al traje de los muertos.
Tenemos agua, pero estamos sedientos, tenemos alimentos, pero siempre estamos hambrientos, no sabemos por qué pero siempre queremos más de algo, nunca estamos satisfechos.Morimos de sed y de hambre todo el tiempo.
Hay muchas cosas que no queremos recordar, otras que queremos borrar con un gran poder y muchas otras que no queremos olvidar.
Peleamos con nuestro ego, nuestra prepotencia y nuestra arrogancia.
Peleamos con un mundo que no nos entiende, que nos quiere igual a ellos.
Jesús dijo, Yo Soy el pan de vida.
Estamos sumidos en una tiniebla que no nos permite ver más allá de nosotros mismos, y muchas veces ni eso vemos. Estamos ciegos, estamos sordos.
Deambulamos sin escuchar nuestra propia voz, sin ver hacia donde vamos, caminando ciegos, sin rumbo.Pero Jesús está aquí:
Yo Soy el camino, la Verdad y la Vida
Yo Soy la Luz.
Juan 14:6
Llevamos una carga muy pesada sobre nuestras espaldas, es subir una montaña con una maleta llena de piedras.Sin tener el aliento que necesitamos vamos corriendo detrás de algo que nunca alcanzaremos, corriendo al despeñadero, comprometidos con el mundo para cumplir los placeres del enemigo, que nos asfixia privándonos del aire y presos, como sus esclavos nos volvemos esclavos de nosotros mismo.
Pero Dios dice,
El Espíritu de Dios me hizo,
y el soplo del Omnipotente
me dio vida.
Job 33:4
Las batallas victoriosas, son esas batallas que no peleamos solos, porque sabemos quién es el que peleará por nosotros; son de Aquel que no nos dejará ni nos abandonará, el que dio todo por ti y por mí, el que va adelante, el que mantiene nuestra lampara encendida, el que nos rescató de la muerte, el que nos dio vida.
Las batallas que debemos pelear, son aquellas que cada día tenemos para que en el trono de nuestro corazón, se siente el Rey de nuestra vida,
Jesucristo
Lecy Villaparedes
al servicio y la voluntad de mi Señor
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